La ciudad chubutense de Puerto Madryn es una bendecida por la naturaleza. Las ballenas francas australes la eligen todos los años por sus aguas templadas ideales para reproducirse y parir a sus crías. Ya están llegando a las costas argentinas y desde el 16 de junio habilitan los avistajes embarcados así nosotros, los seres humanos, podemos tener un encuentro natural con ellas, de cerca, desde el agua.
Son animales increíbles y el encuentro es realmente único, una experiencia que hay que vivir una vez en la vida. Las hembras adultas pueden llegar a medir 17 metros de longitud y pueden pesar hasta 40 toneladas, son curiosas y se acercan sigilosamente a las embarcaciones. Golpes con la cola y saltos majestuosos son algunos de los shows que dejan boquiabiertos a más de uno.
Son animales increíbles y el encuentro es realmente único, una experiencia que hay que vivir una vez en la vida. Las hembras adultas pueden llegar a medir 17 metros de longitud y pueden pesar hasta 40 toneladas, son curiosas y se acercan sigilosamente a las embarcaciones. Golpes con la cola y saltos majestuosos son algunos de los shows que dejan boquiabiertos a más de uno.
EL AÑO DE LA BALLENA FRANCA AUSTRAL
El año empieza en enero con las ballenas francas alimentándose en las frías aguas del Mar Patagónico y mares subantárticos. En abril comienza su migración hacia costas protegidas nadando miles de kilómetros, y en mayo empiezan a llegar a la Península de Valdés los primeros ejemplares de adultos reproductivos, jóvenes y ballenatos de un año junto con hembras preñadas del año anterior. Entre los meses de julio, agosto y septiembre se da la reproducción, picos de nacimientos y son los mejores meses para ver ballenas ya que hay en grandes cantidades. A principio de noviembre los adultos empiezan a abandonar los golfos para migrar hacia aguas más frías siendo diciembre el mes que las madres con crías abandonan últimas la zona.